El ciclsta italiano perdió 28 segundos con Purito, 25 con Valverde y 22 con Horner. El genio francés Barguil sumó en Formigal otro triunfo y ya lleva dos en esta Vuelta a España.

Decía Woody Allen que las relaciones son como los tiburones; si no avanzan, mueren. Y es cierto. Incluso lo de los tiburones. Sus branquias sólo se activan en movimiento. La imagen nos sirve para decir que ayer boqueó Nibali, tiburón de la Vuelta. Ocurrió en los dos últimos kilómetros de la subida a Formigal, de un modo inesperado y en una cuesta sin veneno. Las consecuencias fueron aparentemente menores. El líder perdió 28 segundos con Purito, 25 con Valverde y 22 con Horner. Sin embargo, el síntoma pesa más que las diferencias. El Tiburón se frena y si se frena se ahoga. Les contaré lo mejor: aún falta una semana de carrera.

Después de la sacudida de ayer, la general resultante es tan tentadora como esas copas de helado que mezclan sabores, frutas, barquillos, siropes, montañas de nata y paraguas hawaianos. Díganme si no es para relamerse. Tras 16 etapas sin tregua, Horner acecha a 28 segundos de Nibali, Valverde a 1:14, Purito a 2:29, Pozzovivo a 3:38, Roche a 3:43 y Pinot 4:37. Desde aquí pido sinceras disculpas a los ciclistas por disfrutar tan salvajemente con su sufrimiento.

El descubrimiento de la fragilidad de Nibali desbordó el interés de una etapa que ya iba bien servida con la victoria de ese diamante francés llamado Warren Barguil, 21 años. El muchacho, ganador en Castell­defels, repitió besos de podio con un triunfo construido en la bicicleta y culminado en el tablero de ajedrez. A falta de un kilómetro, Barguil, exhausto, se dejó atrapar por Rigoberto Urán. Lo sorprendente es que aguantó a rueda del colombiano y lo extraordinario es que le venció luego al sprint. Cada vez es menos aventurado afirmar que este chico marcará una época. Francia ha vuelto.

Por detrás, el grupo de los favoritos intuyó la debilidad de Nibali. El primero en hacerlo fue Valverde, que salió disparado hacia la cumbre. Lástima que el viento de cara le hiciera rebotar contra un airbag invisible. Pero se corrió la voz. El líder tenía carita. En la siguiente curva probó Purito y tomó ventaja. A continuación, el resto, tan diligentes y entusiasmados como presos escapando por un túnel. Después de dos días de rayos y truenos, por fin había salido el sol.

Valverde cruzó la meta a tres segundos de Purito. Pinot y Horner, a seis. Nibali, por fin, a 28. No es mucho, pero resulta suficientemente esperanzador. Especialmente para el viejo Horner, que entra en la última semana sin un día malo. Tampoco pinta mal para Valverde, que a la renta en meta sumó tres segundos de bonificación en un sprint intermedio. Y no descarten a Purito de la pelea porque él no se descarta. Llegados a este punto les recuerdo que, tras el día de descanso de hoy, todavía faltarán tres llegadas en alto con doble de nata: Peña Cabarga, Naranco y Angliru.

Héroes. El último párrafo lo merecen Herrada, Txurruka y Flecha, insistentes héroes sin premio. Ayer volvieron a dejarse ver, orgullosos, irreductibles y dignísimos. La Vuelta también es preciosa por ciclistas como ellos o quizá lo sea gracias a ciclistas así.

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