Los Dolomitas venían con sorpresa en el Giro de Italia. El ciclista que iba a ser atacado para meterle tiempo de cara a la crono final, se rebeló. Ryder Hesjedal entró segundo en meta y redujo la distancia en la general con Purito, que supo regular.

En la previa, y sobre el papel, un ciclista iba a ser objeto de todos los ataques: Ryder Hesjedal, el hombre al que debían eliminar los escaladores. A la hora de la verdad, y en la práctica, un corredor fue el que pasó a la ofensiva: Ryder Hesjedal, el diésel que dejó en la estacada a los que le querían descolgar. El canadiense, de 1,90 m y 70 kg de peso, dio un paso de gigante en sus aspiraciones de conquistar el Giro. Si aguanta el Mortirolo y el Stelvio, recortará en la crono de Milán los 17 segundos que le lleva Purito Rodríguez.

El catalán defendió la maglia rosa con inteligencia y casta. No se cebó cuando vio que Scarponi y Hesjedal se marchaban. Tras aprovechar la rueda de Pozzovivo y regular durante los últimos dos kilómetros de Alpe di Pampeago, fue capaz de sprintar en los 200 metros finales para minimizar pérdidas y rebasar a Scarponi.
Dureza.

Liquigas se apoderó de la cabeza del pelotón en la ascensión al Manghen. Ivan Basso ordenó tirar pronto a sus escuderos, en una predecible declaración de intenciones: necesitaba endurecer la jornada desde lejos para recortar su desventaja respecto al líder y a Hesjedal. Sin embargo, el ritmo no resultó tan exigente. El torbellino verde que azotó los Dolomitas camino de Cortina d'Ampezzo, una fuerza de la naturaleza, como Hulk, quedó en suave brisa alpina.

Los italianos llevaron en carroza a Purito y Hesjedal casi hasta la cima. Ambos aprovecharon el trabajo de su rival y le metieron más tiempo. Basso naufragó, pero que no rematara el esfuerzo de Liquigas, con sus limitaciones, fue tan inútil como encomiable era su apuesta por intentar ganar su tercer Giro.

Se llevó la etapa Roman Kreuziger, su primera en una grande, con un ataque de raza, a 24 km de meta, después de perder sus opciones a la general en Cortina. Ayer le tocó a Beñat Intxausti, que llegó desfondado a más de 40 minutos. Los dos, de la generación del 86, cuentan con un brillante futuro por delante. Como Andrea Guardini, de 23 años, que terminó fuera de control tras batir a Cavendish en Vedelago.

En cambio, José Rujano, llamado a reventar la carrera en días de este calibre, se retiró para desesperación de su director, Gianni Savio: "Es un ciclista muy lejano a nuestro espíritu de equipo. No tenía motivos para abandonar". Diferentes modos de afrontar la adversidad, como todo en la vida. Hoy, con Mortirolo y Stelvio como jueces, un nuevo capítulo con el Giro en juego.

www.as.com



Misschien ook interessant: